domingo, 14 de octubre de 2012

ORÍGENES DE LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL

Referencia Electrónica: http://iessierrasur.wikispaces.com/file/view/Tema+1+Or%C3%ADgenes+de+la+Filosof%C3%ADa+Occidental.pdf


1. INTRODUCCIÓN: SOBRE EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA

La mayoría de las historias de la Filosofía responden a un esquema preestablecido, según el cual la filosofía sería un producto de la cultura occidental. Empezaría, milagrosamente con Thalés de Miletos y estaría netamente separada de la religión y de la cultura tradicional. Pero esta es una visión del pensamiento demasiado eurocentrista. La filosofía no es algo que surge de manera espontánea y aislada en la Grecia Antigua sino que hunde sus raíces en el pensamiento arcaico, aparece en distintos lugares y está indisolublemente unido al pensamiento racional como al avance de la cultura y la civilización.
El pensamiento filosófico surgió simultáneamente, en el siglo -VI, en tres zonas distintas de nuestro planeta: la India, China y Grecia. A partir de este siglo y durante los dos siglos siguientes se va a producir u desarrollo  extraordinario de la especulación y el pensamiento reflexivo, que abrió los cauces por la que estas tres tradiciones filosóficas habrían de discurrir durante los dos mil años siguientes. Esta simultanea triple explosión 
intelectual  es tan sorprendente que algunos comentaristas e investigadores, como Karl Jaspers, han llegado a denominar esta época como tiempo – eje, es decir el momento en que se pone en marcha el pensamiento humano). Según los estudiosos serian varias las causas que habrían producido este desarrollo de la espiritualidad entre las que destacaría la aparición de los primeros imperios agrícolas, sin embargo no existe una teoría definitiva que lo explique este fenómeno de manera satisfactoria. Por tanto, nos conformaremos con constatarlo.Las filosofías india china y griega surgieron en mundos muy distintos y tuvieron desde el principio un origen común. En los tres sitios  observamos el esfuerzo de los primeros filósofos por librarse de las tradiciones del pensamiento arcaico y sustituirlas por  un pensamiento más libre. También en cuestiones de detalle hallamos sorprendentes analogías: así la doctrina de la transmigración de las almas de Pitágoras se parece asombrosamente a la doctrina del samsâra de los upanisad indios; o la idea de la persistencia del cambio de Heráklitos se parece mucho a la doctrina del Tao Te King de Lao Tzú Sin embargo las diferencias entre las tres culturas eran enormes. La filosofía india surgió en un entre sacerdotes y ascetas, y la china entre funcionarios y servidores del estado de funcionarios, ambas tierra adentro, muy lejos del mar. La cultura griega, en cambio surgió en las islas y puertos de mar, entre comerciantes curiosos, marinos audaces, y en ausencia de sacerdotes y funcionarios.
Ha sido la tradición filosófica occidental (y no otra) la que ha dado lugar a la ciencia moderna. Eso le concede una preeminencia indiscutible en el panorama del pensamiento mundial. Pero si dejamos de lado los gérmenes científicos que contiene, en todo lo demás no es superior a las tradiciones india y china. En algunos aspectos incluso es inferior. El análisis de la paz y de la guerra por el filósofo chino Mo Di, la comunión con la naturaleza de los Taoistas, el respeto reverencial por todas las criaturas vivientes de budistas y Jainistas y la impregnación de la vida entera por la meditación pueden servir como ejemplos. Precisamente la actual preocupación por la paz y por la protección de la naturaleza, asociada a nuestra nueva sensibilidad “ecológica”, nos lleva a constatar la insuficiencia de nuestra tradición de pensamiento occidental y a abrirnos con generosa curiosidad a otros horizontes culturales.

2. LA APARICIÓN DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO OCCIDENTAL: CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIAL Y CULTURAL.

2.1. EL Imperio Persa

La filosofía occidental aparece en el siglo –VI en los confines de la Hélade (así se conoce a la Grecia clásica, un territorio que no coincide exactamente con la Grecia actual puesto que abarca tanto la península griega como las islas del Egeo y las colonias del Mediterráneo fundadas por los Griegos) a la sombra del recién establecido Imperio Persa, que durante los dos siglos siguientes constituiría la gran potencia indiscutible del mundo antiguo. Sobre las bases del imperio Medo y el Babilónico, Kurus (en griego Kyros, latinizado como Ciro), Kambuziya (Kambyses, Cambises) y Darayavaus (Daríos, Dario), el imperio Persa alcanza su máximo esplendor. Especialmente con Darayavaus, que fue el verdadero reformador del imperio. Entre sus transformaciones se encuentran la división del territorio en satrapías o provincias  al mando de un sátrapa o gobernador bajo la dependencia directa del Gran Rey o Sha; la centralización de la  burocracia y el establecimiento de una lengua común,  el arameo, escrito en el alfabeto fenicio, además una moneda común, la obligación de contribuir mediante tributos a las arcas del rey, un eficacísimo sistema de correo y una notable red de comunicaciones.
El mundo nunca había conocido un Estado tan extenso y tan bien organizado. Los pueblos, lenguas, religiones y costumbres más diversas convivían en ese gran imperio, unificado bajo la autoridad absoluta del gran rey, frente al que todos los súbditos eran meros siervos.



2.2. La Hélade

En marcado contraste con el gran imperio Persa, la Hélade estaba constituida por unas 1.500 minúsculas ciudades-estado independientes desparramas por todo el mediterráneo y el Mar Negro. La mayor parte de estas comunidades o  póleis apenas si merecían el nombre de ciudad, pues eran aldeas agrícolas de apenas mil habitantes. Sin embargo, algunas de ellas como Míletos, Esparta, Kórinthos, Atenas y Siracusa eran ya
ciudades de cierta importancia. Todos los griegos compartían la misma cultura, hablaban dialectos de la misma lengua, escuchaban con gusto los mismos poemas homéricos y honraban a los mismos dioses olímpicos a los que dedicaban cada cuatro años  los juegos olímpicos (celebrados, en honor de Zeus, al pie del monte Olimpo, hogar de los dioses) y en los que participaban atletas, poetas, charlatanes y curiosos de toda la Hélade. Con el tiempo Kórinthos y Míletos se convertirían en activos centros comerciales. Esparta era la ciudad más poderosa desde el punto de vista político y militar, puesto que sus ciudadanos vivían en permanente servicio de armas, por lo que siempre estaban preparados para la guerra. Y Atenas que había logrado unificar todas las aldeas del Atikí (la región de Ática) en una sola pólis e iniciaba una serie de reformas políticas que la pondrían a la cabeza del mundo griego en el siglo siguiente.


2.3. El cambio social de las poleis

Estas reformas vienen determinadas por el aumento de población que obligaban a los ciudadanos a vender sus tierras a la aristocracia terrateniente o a emigrar fundando ciudades por todo el mediterráneo. Sin embargo los que se quedaban dependían cada vez más de estos aristócratas hasta tal punto que tenían que poner como garantía sus propias personas, al no poder devolver los préstamos acababan convertidos en esclavos del prestamista. Esto provocaba grandes tensiones y conflictos sociales que eran dirimidos por los propios aristócratas, únicos jueces y gobernantes de las  póleis, que con frecuencia fallaban injustamente en su propio provecho. Esta aristocracia afirmaba seguir las leyes tradicionales pero como no estaban escritas en ningún lado y tampoco existía una fuerte casta sacerdotal como en otros lugares que se constituyera en la garantía de fiabilidad ante los dioses, su administración e interpretación por los aristócratas se prestaba a toda clase de abusos y arbitrariedades. En esta situación de continuo conflicto social se elevó un gran clamor popular pidiendo que las leyes se escribiesen y fuesen hechas públicas a fin de evitar abusos e interpretaciones arbitrarias. Surge así la figura del legislador que no solo ponía por escrito la legislación sino
también, como en el caso de Atenas con Drakon y Solon, se convertían en auténticos reformadores sociales.
Una vez escritas las leyes se convertían en logos elementos razonados que podían ser analizadas, criticadas reformadas. Eran objeto de debate, de discusión, de diálogo y acabaron convirtiéndose en el vínculo de unión entre todos los miembros de la comunidad.  De ahí el inmenso respeto que muestran en sus escritos por la ley. Incluso con frecuencia contraponían su propia vida, regulada por las leyes de la ciudad, que estaban por encima de la voluntad individual, a la vida de los bárbaros, sometidos a la voluntad arbitraria de un soberano. Para los griegos la libertad y la seguridad del individuo, el imperio de la razón y la civilización se basaba en el respeto por la ley.


2.4. El logos filosófico.

La aparición de leyes escritas  no solo cambia las relaciones  entre los ciudadanos sino también una modificación en la mentalidad griega. En las sociedades del cercano Oriente, en Persia, las poderosas castas sacerdotales y la aristocracia guerrera ejercían el monopolio de la interpretación de la voluntad de los dioses, lo que era tanto como decir que las leyes se habían de cumplir sin discusión. En las poleis griegas las reformas políticas y sociales así como la ausencia de una casta sacerdotal lo suficientemente fuerte permitían una cierta libertad de pensamiento capaz de poner en cuestión tanto los mitos antiguos como las órdenes irracionales de los gobernantes. Por el contrario el pensamiento filosófico que va surgiendo en esta época utiliza la racionalidad y la crítica: al igual que las leyes se hacen públicas, el logos o pensamiento razonado es algo que se expresa, que ha de justificarse en relación con los otros.

De aquí surge la conexión entre ley y razón que en griego se expresa con la misma palabra, logos. Para los griegos las leyes no se pueden imponer sino que tienen que justificarse, es decir, expresarse de manera racional. Esta racionalidad es garantía de que las leyes no se imponen por capricho sino objetivamente puesto que cuanto mayor sea el rigor y la exactitud de la razón mayor será la garantía de que los resultados no dependan de los estados de ánimo de las opiniones o de los intereses particulares. A partir de esta manera de expresarse y de pensar, la racionalidad surge una nueva manera de pensar. No es la antigua sabiduría recogida por la tradición en los mitos o los viejos proverbios sino que aspira a sustituirlo y a, a falta de un nombre mejor para poder denominar a esta nuevas formas de pensamiento se opta por llamarla “aspiración a la sabiduría”, filosofía. La característica fundamental de este nuevo pensamiento será la racionalidad, el logos, por lo que se diferencia radicalmente de las formas religiosas o míticas de explicar el mundo: la filosofía está al alcance de todo ser humano que  esté dispuesto a pensar por sí mismo, de argumentar objetivamente y, por tanto,   no depende de ninguna cualidad privilegiada que posean solo unos cuantos seres humanos ni de un mensaje enviado por los dioses. El resultado será que cambiará la concepción que se tiene de la realidad. Mientras que para el pensamiento mítico y religioso todo está lleno de fuerzas misteriosas y caprichosas divinidades, el pensamiento filosófico entiende que la realidad no está dirigida por fuerzas sobrenaturales. La razón revela la auténtica realidad todo lo que existe forma parte de una única naturaleza (Physis) dirigida por los mismos principios naturales.





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